¡Creédme cuando os digo que ponerse requete-guapa cada día hace milagros! No es ningún cliché. Si buscáis en internet, encontraréis millones de referencias sobre el tema: «saca la mejor versión de tí mismo», «arréglate como si cada día fuera tu cumpleaños»… está por toooodas partes. He de deciros que esto no es nada nuevo. Yo recuerdo que mis amigas de la universidad se quedaban alucinadas porque me arreglaba para ir a los exámenes (estábamos sentadas 200 personas en una sala y nadie se iba a fijar). Cuando me preguntaban por qué me tomaba la molestia en un día tan estresante de vestirme mejor, peinarme, maquillarme y toda la pesca, mi respuesta siempre era la misma:

"cuando me arreglo, siento mucha más confianza en mí misma y me sale mucho mejor el exámen"

¡Fíjate que cosa más sencilla! Te arreglas para tí, para verte mejor y sentirte mejor. Habrá quien piense que es una forma frívola de afrontar el día, pero yo pienso que eso no es para nada cierto. ¿Por qué no utilizar algo tan sencillo para ser más felices y darnos un chute de energía y buen rollo?

Os digo que esto funciona hasta en la épocas más oscuras y en los días en que nos sentimos peor. Cuando se tiene una fase en la que nada nos sale bien, o estamos tan agotados que no queremos ni levantarnos de la cama, crear la rutina de vestirse y arreglarse (incluso si no salimos de casa) puede convertirse en nuestro salvavidas.

Así que, ¡ponte guapa porque sí y porque te da la gana! Y prepárate para comerte el mundo y tener un día… fantabuloso